Reconocer que has podido hacer daño a otra persona es uno de los aprendizajes más difíciles al que tiene que hacer frente el ser humano pero, al mismo tiempo, es uno de los más valiosos para el niño de cara a futuras relaciones cuando sea adulto.
Por ello, es muy importante que desde pequeño aprendan el verdadero significado de pedir perdón y que comprendan los efectos negativos de su comportamiento.
ADAPTALO A CADA EDAD
A partir de los 2 años, el niño ya entiende que si pega a otra persona esta llorara y se sentirá triste. Es buen momento para comenzar a fomentar la empatía. También se le puede enseñar gestos tan sencillos como dar las gracias, pedir las cosas por favor.
A los 3 años, comienza a ser un poquito más autónomo y a relacionarse más con otros niños. Estupenda ocasión, para enseñarle a compartir sus cosas y a ser un poquito más paciente.
En torno a los 5 años, ya pueden distinguir lo que es correcto y lo que no. Son más conscientes de que su comportamiento afecta a otras personas pero todavía no saben enfrentarse a estas situaciones. A esta edad, podemos trabajar con ellos la importancia de disculparse y cómo manejarse en esas situaciones.
A los 8 años, se inicia una etapa muy compleja ya que comienza los primero signos de rebeldía en lo que ser inadecuado es divertido y además cuenta con el respaldo de sus iguales. A esta edad hay que insistir en la importancia de que se pongan en el lugar de la otra persona.
COMO ENSEÑARLES A DECIR “LOS SIENTO”
– En muchas ocasiones cuando se le fuerza al niño a pedir perdón en el calor del momento, son los padres los que se sienten mejor al respecto. Pero esto no ayuda a que los niños entiendan los efectos negativos de su mal comportamiento. Es importante dar la oportunidad de que el niño pueda explicar que ha ocurrido, porque ha actuado de esta manera.
– A veces no entienden que han hecho mal y obligarles a que pidan perdón no ayuda. Debemos explicarles con claridad, y sobre todo con mucha calma, lo que han hecho mal y las causas.
– Es importantísimo que el niño adquiera un buen vocabulario emocional, para poder expresar como se siente así como entender cómo puede llegar a sentirse la otra persona.
– Cuando el niño obre mal, juzguemos el hecho no a la persona.
– Podemos enseñarle diferentes formas de pedir disculpas: que le de la mano o un abrazo, un beso, o simplemente que diga que no era su intención hacer las cosas mal. También puede darle ideas para subsanar su error, por ejemplo que comparta uno de sus juguetes.
– Si ves que le cuesta, le podemos ayudar: “Yo le digo que lo sientes mucho y tú le das un abrazo”.
– Si finalmente se ha disculpado debemos felicitarle y hacer énfasis en lo bien que se siente uno después de pedir disculpas.
– Muchos niños utilizan el “lo siento” como una respuesta condicionada, para librase del castigo. Hay que explicarle que pedir perdón no sirve de nada si luego se va volver actuar mal. Por eso, es importante que pedir disculpas vaya acompañado por una conducta que compense el daño causado. Los niños aprenden con mayor facilidad por medio de la acción.
– Representa la acción de nuevo y dale la oportunidad de tomar una mejor decisión esta vez. Dale la oportunidad de pensar y dar ideas de cómo manejar mejor sus emociones antes de que intervenga un adulto. De esta forma aprenderá tácticas positivas la próxima vez que se enfrente a una situación que no sepa manejar.
– Actuemos como modelo. Que nos vea pedir disculpas con naturalidad si por ejemplo, le reñimos sin motivo o cuando nos equivocamos al echarle la culpa por algo. Nuestro ejemplo le servirá para reforzar positivamente esta tendencia.
– Se le debe explicar que aunque se pida disculpas, puede que la otra persona necesite un tiempo para volver a ser amigos como antes.
CUANDO SON ELLOS LOS QUE TIENEN QUE PERDONAR
Así como es de importante pedir perdón lo es saber perdonar. Si ya para los niños es complicado pedir disculpas lo es mucho mas perdonar cuando se sienten heridos.
– En estas situaciones, debemos explicarles que aceptar las disculpas del otro no significa aprobar su comportamiento y que, al igual que ellos en otras ocasiones, pueden equivocarse y merecen una segunda oportunidad.
– No minimizar ni ridiculizar su malestar. Por muy insignificante que sea el daño puede que para él tenga mucha importancia.
– Si el niño se encuentra muy dolido, igual no es el mejor momento para obligarle a aceptar las disculpas del otro. Es recomendable que le demos un tiempo para que pueda tranquilizarse y luego dialogar con él para que entienda que negarse a perdonar no nos lleva a ninguna parte.
– Recordarle, mediante ejemplo, lo mal que ha podido sentirse él cuando ha tenido que disculparse y como se hubiese sentido si no hubiesen aceptado esas disculpas.
Por último, resaltar la importancia de la empatía como cualidad necesaria para que los más pequeños sepan solventar cualquier tipo de situación de la mejor manera posible.
Si no sabemos ponernos en la posición del otro nos será muy complicado saber cuando les estamos haciendo daño y cómo podemos solucionarnos.
Espero que algunos de estos consejos os puedan resultar de utilidad.